miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿Es éste el pensamiento crítico que queremos? (II)



Luis Alfonso Gámez es uno de los miembros de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento, más comprometido con el pensamiento crítico. Sin embargo, este periodista y divulgador ofrece en ocasiones sesgos de irracionalidad emocional que lo colocan en el centro de aquello que Marcello Truzzi denominara pseudoescepticismo

Concretamente, un par de buenas pruebas de esas malas prácticas pseudoescépticas pueden detectarse en una comunicación que Gámez presentó en el I Congreso Nacional sobre Pseudociencia, celebrado en Zaragoza en diciembre de 1993, titulada El fiasco de la ufología española.

Luis Alfonso Gámez


Este texto incluye varios párrafos muy reveladores. En una primera mención recojo aquí el modo en el que Gámez relata los orígenes de Alternativa Racional a las Pseudociencias:

Los miembros de la tercera generación -MANUEL BORRAZ, JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ, JUAN MARCOS GASCÓN, LUIS R. GONZÁLEZ, Ignacio Cabria, JOAN PLANA y el autor, entre otros- colaboraban con Ballester en la depuración de casos antiguos e intentaban seguir la estela de los jóvenes de 1968; pero necesitaban una revista para informar de sus investigaciones e intercambiar ideas. La salvación de la llama ufológica fue obra de JOSÉ RUESGA, que en enero de 1983 publicó en Sevilla el primer número de Cuadernos de Ufología (CdU). El nuevo boletín se convirtió pronto en el foro de debate de los representantes de la ufología seria y, paradójicamente, fue en sus páginas donde comenzó a gestarse el movimiento escéptico español hacia 1984. La excesiva condescendencia que Ruesga mostraba hacia los adalides de la ufología espectáculo llevó a un grupo de colaboradores de CdU a crear Alternativa Racional a las Pseudociencias (ARP), ya que el boletín de la ufología científica había empezado a hacerse eco de secuestros extraterrestres y otros hechos sorprendentes narrados por personas poco creíbles. Necesidades de mercado habían hecho que en las páginas de CdU comenzaran a aparecer trabajos delirantes junto a informes exhaustivos.

ARP, que en un principio se llamó Alternativa Racional para la Investigación del Fenómeno Ovni (ARIFO), nació en febrero de 1985 en Vitoria durante una reunión de ufólogos vascos de la tercera generación con Félix Ares y JESÚS MARTÍNEZ. El nacimiento de La Alternativa Racional (LAR), la primera revista española que publicó un trabajo de PHILIP KLASS, precedió en poco tiempo al de publicaciones como Año Cero, Más Allá o Espacio y Tiempo, y además acabó con el bipartidismo existente en el movimiento ovni. A los ufólogos serios y los ufólogos de feria, había que sumar ahora los críticos, los detractores que habían surgido del mismo seno del movimiento platillista. «Nuestros escépticos nacionales escribe Ignacio Cabria en su historia de la ufología española son un buen baluarte contra la obsesión de lo oculto que asola los tiempos que sobrevivimos y un punto de apoyo imprescindible ante tanta presión de misterio que nos rodea y, por ello, su continuidad en la investigación de los ovnis es imprescindible, aunque no sea más que como 'control de calidad' científico de las investigaciones realizadas desde el sector ufológico» [Cabria, I. Entre ufólogos, creyentes y contactados. Una historia social de los ovnis en España. Edita Cuadernos de Ufología, Santander, 1993].

No hay nada reprochable en esta visión personal de las cosas que ofrece Gámez. Justifica la génesis de ARP, como tercera vía necesaria para afrontar la investigación OVNI, aunque no deja de resultar chocante que acepte la existencia de una ufología seria y con capacidad para generar informes exhaustivos sobre esta materia antes de que la ARP se fundara. Entonces, si ya había una manera de proceder e investigar rigurosa ¿cuál sería el valor añadido que podría aportar aquella nueva institución crítica?

Pues la sorpresa viene en dos párrafos posteriores de la misma comunicación. En el primero de ellos Gámez dice lo siguiente en referencia a Ignacio Cabria, uno de esos ufólogos serios a los que aludía anteriormente el propio autor e incluso cuya opinión citaba para apoyar la fundación de ARP:

No hay que sorprenderse de que Cabria valore positivamente la labor de los escépticos, ya que él mismo considera que los ovnis son un mito de nuestro tiempo generado por ufólogos, contactados y medios de comunicación. Entonces, ¿por qué no se define como escéptico? Quizá -y la explicación puede extenderse a la actitud de otros estudiosos- porque tiene ya un nombre dentro del movimiento ufológico y porque ha dedicado mucho tiempo al estudio de los ovnis como para tirarlo todo por la ventana de repente.

Si unimos el razonamiento de los párrafos anteriores al incluido en éste, podremos comprobar que para Gámez no basta con ser un ufólogo serio, hacer informes de investigación exhaustivos e incluso considerar los ovnis como un mito contemporáneo. Todos estos rasgos son insuficientes y  ni siquiera personas de ese cariz, por ejemplo Ignacio Cabria, habría que definirlos  como escépticos. De hecho, escéptico parece ser otra cosa que Gámez no concibe aplicar Cabria. ¿Qué sería entonces el escéptico perfecto a juicio de Luis Alfonso? Continuemos leyendo algunas líneas más de su comunicación en este caso para aludir a otro de esos ufólogos serios Vicente Juan Ballester Olmos:


Ballester, el más internacional de los estudiosos españoles, comenzó en 1969 a trabajar en la depuración de las observaciones de ovnis a baja altura. Desde entonces, se ha dedicado a reinvestigar cientos de casos, bien directamente o bien a través de corresponsales. Más de dos décadas de listados han demostrado que las apariciones de ovnis inexplicadas tienen su origen, la mayoría de las veces, en investigaciones superficiales o tergiversaciones manifiestas. Cuatro libros y decenas de artículos han convertido al ufólogo valenciano en el baluarte de la ufología científica y en el enemigo número uno -escépticos, aparte- de JUAN JOSÉ BENÍTEZ, el autor sensacionalista por excelencia. Sin embargo, si por algo puede criticarse a Ballester, es por no haber dado todavía el salto que le separa del escepticismo, a pesar de estar desde hace años mucho más cerca de los críticos que de los creyentes.


Pienso que ahora se nos revela con toda claridad el concepto de escepticismo manejado por Gámez. Lo que éste reprocha a Ballester, como antes lo hacía a Cabria, no es su espíritu crítico, ni su capacidad como investigador juicioso, razonable, capaz de revisar sus casos buscando siempre el mejor y más sensato esclarecimiento. Todas esas cualidades adornan a ambos ufólogos. Lo que Gámez le recrimina a Ballester es que no se haya adherido al movimiento escéptico de una manera incondicional. Es decir, no basta con ser crítico, científico, revisionista y razonable.  Hay que demostrar un compromiso ciego con la causa escéptica lo que en la práctica parece suponer dos cosas:
  • el adquirir un prejuicio cognitivo absoluto y sin fisuras hacia el    fenómeno Ovni: Todo es mito. Todo es falso.
  • el dejar de investigar. Con lo cual el prejuicio nunca se pondrá en duda, nunca se cuestionará ni será refutado. Sin duda, ésta es la mejor manera de que un prejuicio termine convertido en una "verdad" dogmática, eterna e infalible. 

En definitiva, Gámez parece querer decir que lo único que le falta a Ballester y a Cabria es “ser de los nuestros”. Mientras no lo sean, serán seres incompletos, aunque parece reconocer que el método científico les sale por las orejas y demuestran ser escrupulosos, racionales y comedidos en sus investigaciones. Aunque estén dispuestos a cambiar y revisar sus propias convicciones si los hechos y los argumentos así lo manifiestan. ¿Es esa idea de escepticismo, postulada por Gámez, la que queremos?

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