viernes, 2 de diciembre de 2011

El doble rasero del falso escepticismo

La parapsicología junto a otras disciplinas afines no demanda de la Ciencia ni de sus instituciones nada que no merezca. Su fundamento real o irreal lo irá determinando el tiempo y la crítica experimental de los científicos. Así lo llevan haciendo muchos años a través de las mejores publicaciones especializadas. Sin embargo, algunos emplean ciertas vías para acelerar su disolución como disciplina científica. A mi juicio, la más importante de dichas vías es calificarla de “pseudociencia”. Pero ¿qué es una pseudociencia? y lo más importante, ¿qué alcance tiene?


Ciencia y pseudociencia: Una definición

Mario Bunge es uno de los principales teóricos de esta cuestión. Atesora un curriculum académico envidiable compuesto por un doctorado fisicomatemático en la Universidad de La Plata, un puesto como profesor en la  Universidad McGill de Montreal, un galardón Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y más 35 libros y 450 artículos sobre física teórica, matemáticas aplicadas, teoría de sistemas, sociología matemática, epistemología, semántica, ontología, axiología, ética, política científica, etc. Además, de dicha valía prestigiosa, traerlo hasta estas páginas obedece a que Mario Bunge es miembro de Honor de ARP y uno de los promotores ideológicos de su Manifiesto Fundacional. Para este profesor, la pseudociencia tiene unas características muy claras. En sus propias palabras:

-Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, superego, creación divina, destino, memoria colectiva y necesidad histórica.

-Es crédula: no somete sus especulaciones a prueba alguna.

-Es dogmática: no cambia sus principios cuando fallan ni como resultado de nuevos hallazgos. No busca novedades, sino que queda atada a un cuerpo de creencias. Cuando cambia lo hace solo en detalles y como resultado de disensiones dentro de la grey.

-Rechaza la crítica, matayuyos normal en la actividad científica, alegando que está motivada por dogmatismo o por resistencia psicológica. Recurre pues al argumento ad hominem en lugar del argumento honesto.

-No encuentra ni utiliza leyes generales. Los científicos, en cambio, buscan o usan leyes generales.

-Sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Por ejemplo, la telequinesis contradice el principio de conservación de la energía. Y el concepto de memoria colectiva contradice la perogrullada de que solo un cerebro individual pueden recordar.

-No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha. En particular, ni psicoanalistas ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la astrología es la excepción, ya que emplea datos astronómicos para confeccionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias propiamente dichas forman un sistema de componentes interdependientes.

-Es fácil: no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Por ejemplo, quien pretenda investigar los mecanismos neurales del olvido o del placer tendrá que empezar por estudiar neurobiología y psicología, dedicando varios años a trabajos de laboratorio. En cambio, cualquiera puede recitar el dogma de que el olvido es efecto de la represión, o de que la búsqueda del placer obedece al «principio del placer». Buscar conocimiento nuevo no es lo mismo que repetir o siquiera inventar fórmulas huecas.

-Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico: no busca la verdad desinteresada. Ni admite ignorar algo: tiene explicaciones para todo. Pero sus procedimientos y recetas son ineficaces por no fundarse sobre conocimientos auténticos. Al igual que la magia, tiene aspiraciones técnicas infundadas.

- Se mantiene al margen de la comunidad científica. Es decir, sus cultores no publican en revistas científicas ni participan de seminarios ni de congresos abiertos a la comunidad científica. Los científicos, en cambio, someten sus ideas a la crítica de sus pares: someten sus artículos a publicaciones científicas y presentan sus resultados en seminarios, conferencias y congresos.


No cabe duda de que las características y apreciaciones realizadas por Mario Bunge son muy valiosas. Nos ponen en guardia ante determinadas maneras de hacer Ciencia que se sustentan más en entelequias vaporosas que en la ardua, pero necesaria, frialdad empírica. Ahora bien, un planteamiento de este tipo convierte en “pseudociencia” más disciplinas “científicas” y campos del saber de los que a primera vista pudiéramos considerar. El propio Mario Bunge señala: Una pseudociencia es un montón de macanas (mentiras, embustes) que se vende como ciencia. Ejemplos: alquimia, astrología, caracterología, comunismo científico, creacionismo científico, grafología, ovnilogía, parapsicología y psicoanálisis. Al preguntarle en una entrevista acerca de cuál era la pseudociencia más peligrosa Mario Bunge afirmó: La teoría económica estándar, porque sustenta las políticas económicas de los gobiernos conservadores y reaccionarios, que son enemigos del bienestar de la gente común.


Mario Bunge



Obligado a tener que calificar como pseudociencia todo aquello que se ajuste a los criterios formulados en su definición, Mario Bunge termina incluyendo en la lista a teorías de vanguardia como las supercuerdas o determinados postulados de la física subatómica (Mario Bunge. Skeptical Inquirer, July/Aug, 2006.). En otro orden de cosas, también este profesor considera que el determinismo genético de Dawkins, Pinker y Chomsky es más popular que nunca; un número creciente de físicos defiende que los ladrillos últimos del universo son los bits o unidades de información; muchos cosmólogos eminentes sostienen que el universo salió de la nada; la multimillonaria Templeton Foundation, cuya misión es unir la religión con la ciencia, acaba de concluir un acuerdo con la American Association for the Advancement of Science por el cual van a patrocinar juntos reuniones y seminarios sobre religión, ética y ciencia; hace dos décadas las universidades norteamericanas ofrecían unos pocos cursos sobre ciencia y religión, pero hoy son más de 1.000; la Food and Drug Administration, que está a cargo de la salud pública, tolera que miles de estafadores prometan por Internet curar enfermedades que la medicina aún no puede curar...



El doble rasero: pseudociencia y escepticismo equivocado.

Por lo tanto, la pseudociencia estaría mucho más extendida de lo que parece. Incluso habría penetrado en el propio Movimiento Escéptico Internacional. En una cena reciente de Mario Bunge ante los miembros más destacados de ARP, entre los cuales estaba Félix Ares de Blas como anfitrión, el profesor argentino les dirigió las siguientes palabras: Quiero proponerles una tarea que les va a arruinar la digestión. Esta tarea consiste en analizar críticamente la obra de los tres caballeros cruzados de la cruzada atea anglosajona: Richard Dawkins, Steven Pinker y Daniel Dennet, muy promocionados por el Movimiento Escéptico norteamericano. Ellos son, según el propio Movimiento Escéptico norteamericano, eminentes científicos que están luchando contra la pseudociencia. La tesis que yo propongo es que esa es la Quinta Columna del movimiento escéptico. Que los tres son pseudocientíficos. Luego, animó a los comensales a que revisaran críticamente los postulados defendidos por dichos líderes del escepticismo estadounidense y fundamentó en extenso los motivos que le habían llevado a realizar tal llamamiento autocrítico.



Palabras de Mario Bunge ante dirigentes de ARP


Por lo tanto, bajo la consideración fundada de uno de los principales teóricos de la pseudociencia como es Mario Bunge, inspirador ideológico de ARP; bajo los propios criterios que esgrimen los autodenominados escépticos para identificar las falsas ciencias, resulta que la organización tiene al enemigo en casa justo en la cúpula misma del movimiento. ¿Reacciones al respecto? Al menos públicas ninguna. Es más aún, adalides de Círculo Escéptico como Mauricio José Schwarz confiesan en su página web, sin ningún pudor, su admiración por Richard Dawkins: http://www.mauriciojose.com.

De hecho, Dawkins recibió en 2009 un título de Doctor “honoris causa” por la Universidad de Valencia y nadie presionó al rectorado para que le retiraran tal galardón. Nadie creó listas negras ni se sintió indignado ante la mala imagen que pudiera ofrecer la universidad valenciana. Tampoco, Círculo Escéptico o ARP se han movilizado contra los cursos, seminarios, conferencias, etc. celebrados en el marco universitario y dedicados a las teorías de las supercuerdas; la teoría económica estándar; el determinismo genético de Dawkins, la psicología evolutiva de Pinker o las teorías cognitivas de Dennet.


Simplemente, se entiende que la Ciencia, en todos esos casos, sigue su curso natural. Dará y quitará razones a través de los resultados obtenidos. Trasladar el debate desde los experimentos a la ideología, puede distorsionar la propia discusión y pervertir el sentido profundo de hacer Ciencia. Aún así, resulta una postura comprensible desde el punto de vista de la Filosofía y la Teoría de la Ciencia. Lo que no resulta tan fácilmente justificable, es el doble rasero que se aplica para según qué pseudociencias, lo que viniendo de unas organizaciones, supuestamente escépticas, que deberían predicar con el ejemplo y ser inmaculadas en sus análisis de la realidad no deja de parecer chocante. Sobre todo, pone en evidencia el trasfondo real que anima a sus dirigentes. ¿Desean los miembros de Círculo Escéptico y ARP perseguir la pseudociencia en todas sus manifestaciones o sólo determinadas pseudociencias? ¿Qué les hace movilizarse para eliminar unas, mientras ellos mismos cobijan y fomentan otras? También en esto hay campo de investigación, aunque no sé si “paranormal”. Desde luego, algo extremadamente raro sí que parece.

Yo, en verdad, no tengo absolutamente nada claro que existan los fantasmas, la telepatía, la psicocinesis, los viajes astrales o los extraterrestres pilotando naves voladoras. Más bien mis creencias me llevan por sendas marcadamente terrenales y materialistas. Ahora bien, lo que sí tengo muy claro es que hay margen suficiente para estudiar académicamente todo el trasfondo –real o imaginario- que sustenta esos testimonios, experiencias y fenómenos. Un margen que puede revelarnos fraudes, explicaciones más convencionales o presentar derroteros nuevos para la Ciencia que, sin ser extraordinarios, aporten algunos componentes valiosos para el Saber humano. El esfuerzo puede valer la pena y, en verdad, arroja frutos aunque no sean los esperados a priori. Un buen ejemplo lo tenemos, desde hace una década, en los logros obtenidos por la llamada Psicología de las Experiencias Anómalas en el Departamento de Psicología de la Universidad de Londres.

Por el contrario, quien se dedica a abanderar la Ciencia torciendo voluntades, en lugar de hacer que las investigaciones sigan su cauce –sea este el que sea-, confía muy poco o nada en esa misma Ciencia que tanto parece vociferar. Es más, quien actúa de manera tan miope, debilita la Ciencia, porque no demuestra creer en ella. No hace Ciencia, sino ideología y partidismo interesado. Se apodera de él un mal entendido paternalismo, un afán de imponer su criterio antes de que los hechos, los datos y los experimentos dictaminen por sí mismos y pongan a cada uno en su lugar. Quien le pone muletas a la Ciencia y a los científicos, lejos de ayudarles, les está haciendo tambalearse por anticipado. Les está ayudando a caer en redes y organizaciones no académicas que no forman parte de la Ciencia aunque lo aparenten. Estos colectivos juegan la partida “científica” con naipes marcados: no demuestran ser autocríticos; no llevan la persecución de las pseudociencias hasta sus últimas consecuencias; prefieren la presión popular al debate y al contraste de ideas; no someten sus publicaciones y estudios a revisiones previas para garantizar los mínimos científicos exigibles; no rinden cuentas de su labor al mundo académico por las vías ortodoxas, etc.

Conviene siempre recordar que el escepticismo no es patrimonio exclusivo de una asociación. Es un atributo inherente al método científico. Quien pretenda secuestrarlo para convertirlo en un lobby de interés, equivoca el sendero a caminar. Intenta convertir en un Tribunal compuesto por “jueces” que nadie ha nombrado salvo ellos mismos, a aquello que debería ser una cualidad esencial que adorne a todo investigador por el mero hecho de serlo.

¿Es este el pensamiento crítico que queremos? (V): Presionando a la Universidad

Imaginemos que un grupo de estudiantes de una universidad española decide, dentro del marco reglamentario establecido, solicitar una beca para realizar una investigación. El tema a investigar pertenece a una disciplina reconocida por el Ministerio de Educación y por la Unesco. Cuenta dicho campo de actuación con referencias, artículos y estudios en las revistas científicas más cualificadas, donde sus postulados e hipótesis vienen siendo sometidos a crítica desde hace décadas por expertos de diferentes instituciones académicas internacionales.

Imaginemos ahora que un periodista, totalmente ajeno a ese entorno académico y universitario, se dedica a llamar por teléfono o escribir cartas al rectorado de esa universidad, al departamento de la facultad e, incluso, a otras instancias gubernamentales, competentes en el asunto, para conseguir que dicha beca de investigación no se conceda. Además, el periodista en cuestión promueve una campaña popular con idénticas intenciones. ¿Qué pensaríamos al respecto? Sin duda, que dicho sujeto intenta, con medios inadecuados, forzar el curso natural de la Ciencia.

Pues bien, estas situaciones ocurren dentro de nuestro propio país. En 1997 un grupo de alumnos, inscritos en el registro de asociaciones de la Universidad de Granada, solicitó a dicha entidad una subvención, a la que tenían perfecto derecho, para poner en marcha un proyecto titulado TCI. En palabras del, ahora, doctor en Psicología Oscar Iborra la idea del proyecto era precisamente fomentar el espíritu crítico, abordando temas que popularmente se adscriben a la parapsicología, como las psicofonías, y revisar todo el ‘circo’ que hay en torno a ellas. Sin embargo,  continúa Iborra el proyecto TCI era el inicio de un proyecto mayor que no llego a más, gracias al trabajo de Luis Alfonso  Gámez, quien mandó un email a todos los profesores de Psicología, y después a la Junta de Andalucía, insultando nuestro trabajo si saber de qué iba la cosa.  Por su parte, Javier Armentia calificó peyorativamente el proyecto TCI como la investigación de psicofonías en un cementerio.

Intentemos poner en su justa medida los elementos involucrados en este asunto. En primer lugar, conviene valorar la materia que iba a ser objeto de estudio. La parapsicología puede tener mejor o peor prensa, pero lo cierto es que aparece oficialmente reconocida por la Unesco como una disciplina susceptible de investigación en su epígrafe 6110, integrada en el campo más amplio de la Psicología:

61. Psicología:
6110. Parapsicología:
- 6110.01 Percepción extrasensorial
- 6110.02 Hipnosis
- 6110.99 Otras (especificar)

Este estatus otorgado por la Unesco no significa que las presuntas capacidades, fuerzas o energías paranormales existan. Tan solo fija una demarcación ordenada para poder realizar estudios a ese respecto. Es más, si nos fijamos en la lista, la hipnosis ya es una realidad científica incuestionable cuyo análisis y uso no genera ninguna lista negra en contra. Mientras que la percepción extrasensorial aún tiene mucho que demostrar, científicamente hablando, para ser considerada una realidad.

España acepta, desde 1983, esta nomenclatura de campos y disciplinas de conocimiento postulada por la Unesco. De hecho, ha venido siendo la clasificación oficial empleada por los diferentes Ministerios de Educación, Ciencia e Investigación a la hora de ordenar las actividades científicas y tecnológicas en las Universidades y los centros del CSIC. En la práctica, este marco normativo nacional implica que el ministerio podría, perfectamente, financiar los proyectos de investigación, tesis doctorales, instrumentos de laboratorio y grupos de trabajo que solicitaran realizar investigaciones en parapsicología. Dichas solicitudes serían evaluadas en régimen de concurrencia competitiva con el resto de proyectos presentados para otros campos y disciplinas de conocimiento. Si apenas existe investigación parapsicológica en España, no es porque el marco legal lo impida, sino porque simplemente muy pocos se proponen hacerla o apoyarla. Por supuesto, cada investigador académico español es muy libre de fijar sus prioridades y objetos de interés en aquello que considere más oportuno. Pero lo que conviene subrayar aquí, es que no se debe considerar nada descabellado que alguien proponga a la administración o en una convocatoria de financiación científica, el realizar un proyecto de estudio parapsicológico. Sería algo, absolutamente, lícito y natural.

Por añadidura, también es absolutamente lícito y natural que las instalaciones universitarias y demás centros afines pueden acoger y celebrar, sin problemas, eventos académicos –cursos, congresos, conferencias, etc.- que traten de parapsicología. De nuevo, queda a criterio de cada institución u organismo científico y educativo que tales actos se lleven a cabo o no. Pero, lo que debe estar bien claro es que con su realización no se contraviene ninguna norma. Al contrario, son disciplinas cuyo estudio ampara y estimula la Unesco y el Ministerio. De hecho, la Universidad Autónoma de Madrid contó en 1976 con un primer profesor de Parapsicología en la persona de Ramos Perera. Fruto de su labor docente fue la convocatoria de un curso en el que participaron personalidades de la talla del Dr. Rodríguez Delgado, médico de la Universidad de Yale, Mariano Vela, psicólogo catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Pinillos, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense o Carlos Asensio, entonces, subdirector general de Investigación Universitaria del Ministerio de Educación y Ciencia.

Más recientemente, el propio Oscar Iborra realizó un curso de verano el año 2007 sobre esta materia en la Universidad de Salamanca dotado con dos créditos de libre configuración. El espíritu con el que planteó Iborra este curso en sus propias palabras era el siguiente: No se afirmará en ningún momento que existan fenómenos paranormales; los datos indican que existe algo, un proceso, pero no sabemos si ese proceso es paranormal. Eso es precisamente el objeto de estudio de la parapsicología: averiguar si un fenómeno es paranormal o no. Como en el caso del proyecto TCI, no resulta un planteamiento demasiado temerario. Más bien, todo lo contrario.

La parapsicología empírica y académica cuenta con sus correspondientes organizaciones científicas. Por ejemplo, la Parapsychological Association es una asociación mundial afiliada a la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS). Conviene recordar que la AAAS es una organización que promueve la cooperación entre los científicos, defiende la libertad científica, fomenta la responsabilidad y la educación científica para beneficiar a toda la humanidad. En la actualidad es la sociedad científica más grande de nuestro planeta y publica la afamada revista Science.

También, la parapsicología está supeditada a los mismos mecanismos e instrumentos de divulgación de sus estudios que tiene cualquier otra disciplina del conocimiento. Revistas como Journal of Parapsychology o European Journal of Parapsychology cuentan con los oportunos revisores previos a la publicación de artículos en su interior. Por supuesto, podemos ver trabajos de parapsicología en otras revistas científicas de carácter general como Psychological Bulletin, Science, Nature, Journal of Consciousness Studies, Foundations of Physics, Statistical Science, Journal of Scientific Exploration, Biological Psychiatry, American Psychologist, Journal of Psychology, etc.  En revistas como Science o Nature pueden recopilarse, en cada una de ellas, más de un centenar de referencias a asuntos relacionados con los fenómenos denominados parapsicológicos bien para desmentirlos y explicarlos convenientemente, bien para considerar alguna correlación significativa e inesperada dentro de los mismos. Uno de los estudios más recientes en este último sentido lo tenemos en la nada sospechosa publicación Journal of Personality and Social Psychology, la cual en su número 100 del presente año publicó un investigación del profesor Daryl J. Bem titulada “Feeling the Future: Experimental Evidence for Anomalous Retroactive Influences on Cognition and Affect”. Este trabajo encuentra ciertas correlaciones estadísticamente significativas en pruebas de precognición realizadas a sujetos humanos. Nadie plantea que sus resultados sean ya definitivos ni sienten cátedra. Hay que esperar las oportunas réplicas y refutaciones en su caso. Sólo lo traemos aquí para demostrar que las investigaciones de Daryl Bem han superado los requisitos metodológicos, así como los protocolos de revisión y publicación de una de las más importantes revistas especializadas en la materia. Todo hecho desde la Universidad con la misma naturalidad y exigencia que corresponde aplicar a otros campos del saber humano.




Daryl J. Bem




Ahora bien, si esta es la parapsicología absolutamente empírica y deseable, cultivada por hombres de Ciencia, sometidos a las reglas y planteamientos de la propia Ciencia en todas sus facetas, ¿quién es Luis Alfonso Gámez para promover campañas de descrédito contra aquellos que quieren hacer bien las cosas?

En primer lugar, a juzgar por los hechos, Luis Alfonso Gámez, al protagonizar el caso que comentamos de 1997, actuó como un periodista desinformado. Reaccionó con precipitación y arbitrariedad ciega sin saber con exactitud en qué consistía el proyecto capitaneado por Oscar Iborra.


En segundo lugar, el currículo profesional y académico de Luis Alfonso Gámez frente al de Oscar Iborra no resiste parangón. Oscar Iborra ha conseguido ser doctor en Psicología, luego ha tenido que poner a prueba sus conocimientos científicos ante un tribunal académico. Luis Alfonso Gámez pone sus divulgaciones científicas “a prueba” en un blog, un programa de televisión y la columna de un diario autonómico. Por otro lado, Oscar Iborra ha acreditado oficialmente su condición de investigador y de generador de nuevos conocimientos a través de sus propios estudios materializados en una tesis doctoral. Mientras que a Luis Alfonso Gámez ningún organismo oficial ni académico le ha acreditado como divulgador científico. Es más, para desarrollar su labor profesional y vivir de ella, este periodista necesita tomar prestados los conocimientos y estudios de otros investigadores científicos, verdaderamente, cualificados. No se está diciendo aquí que ganarse el pan como divulgador sea fácil. En todo caso, se está diciendo que es mucho más fácil ganarse la vida aprovechándose del esfuerzo ajeno que siendo uno mismo investigador científico. El riesgo y responsabilidad que asume un científico así como la formación y requisitos académicos que se le exigen, no son comparables a los requeridos por un divulgador cuyo único “laboratorio” es la mera palabra vertida en los medios de comunicación.

En tercer lugar, Gámez forma parte de un colectivo denominado Círculo Escéptico, que, como  otras asociaciones similares españolas tales como ARP o internacionales como CSICOP no están afiliadas a ninguna sociedad científica internacional. Ni siquiera al CSIC. Por tanto, la “Ciencia” que dichas organizaciones escépticas puedan realizar o divulgar no cuenta con una acreditación oficial ni académica de ningún tipo. ¿Significa eso que no son organizaciones científicas? Al menos, su “Ciencia” no juega con las mismas reglas, obligaciones, compromisos y transparencia que la aplicable a las verdaderas instituciones científicas. Una asociación de astrónomos aficionados o de amigos de un museo de las Ciencias tendría idéntica naturaleza y características “científicas” a las destiladas por ARP o Círculo Escéptico. Por tal motivo, dentro de estas últimas habrá miembros con currículos más sobresalientes junto a otros académicamente indocumentados. No hay unos mínimos establecidos ni existe garantía de que constituyan un referente científico correcto. Se trata de grupos autogestionados que comparten ciertas aficiones e intereses, por los cuales no rinden cuentas a la comunidad académica porque, directamente, no forman parte de ella.

Buena prueba de lo dicho en el párrafo anterior es que tampoco ninguna de las revistas editadas por Círculo Escéptico o ARP están sometidas a los protocolos de revisión por pares. Así que publicaciones como “El Escéptico” o “El Escéptico digital” pueden tener un carácter valioso desde el punto de vista de la divulgación o de la mera opinión gratuita, pero ignoran voluntariamente las exigencias y servidumbres que conllevaría alojar en su interior verdaderos trabajos científicos.

Vistas así las cosas y con actitudes como la que hemos señalado al comienzo de este artículo, no cabe duda de que, en muchas ocasiones, el escepticismo mal entendido persigue impedir que la Ciencia siga su curso natural; que dé y quite razones en función de los datos aportados. La Ciencia tiene sus propios plazos, mecanismos y maquinaria para acreditar y desacreditar resultados. Lo viene haciendo con la Parapsicología desde hace décadas. No necesita que desde fuera del método científico se establezca la verdad y la mentira de las cosas. No necesita que se presione a las instituciones y las personas que las encarnan. Ejercer una coerción popular no es muy científico, razonable ni crítico que se diga. Esperar conclusiones; someternos al juego de réplicas y contrarréplicas fundadas; al debate sereno, pero firme, que ponga en juego nuestros propios prejuicios, sí que es científico, aunque este procedimiento nos pueda resultar incómodo muchas veces.

sábado, 5 de marzo de 2011

La razón, las formas y los escépticos decepcionados.



Todos hemos escuchado aquella vieja frase Tienes razón, pero te pierden las formas” o lo que es peor: “Las formas que empleas, te han quitado la razón”. En cualquier aspecto de nuestra vida social lo ideal es actuar de manera equilibrada, exponiendo nuestros argumentos de una manera sólida y, al mismo tiempo, haciendo que dicha exposición resulte atractiva y respetuosa. Soy consciente de que este es un ideal nada fácil de llevar a la práctica. Sin embargo, conviene tener muy presente que en este mundo que acostumbramos a llamar del “misterio” abundan las personas que han fundado su creencia en determinadas anomalías de un modo absolutamente sincero, bien a partir de ciertas lecturas, bien a partir de experiencias personales, o bien a partir de sus propias investigaciones. No voy a entrar ahora a analizar si tales creencias están correctamente fundadas o no, si emplearon el método científico para establecerlas o se dejaron llevar por ilusiones y vaguedades. Lo importante es tener presente que, en torno a dichas creencias, a menudo hay una fuerte implicación emocional, hay mucho tiempo consagrado a su estudio, mucha dedicación y, también, mucho dinero desembolsado en viajes, libros, aparatos… Todo ello invertido sin perseguir ningún ánimo de lucro y movidos por la más grande de las curiosidades.

Cuando se despachan tales creencias y esfuerzos personales con ligereza. Cuando uno parodia, insulta y se carcajea de quienes defienden, repito, sincera y desinteresadamente, tales planteamientos, entonces ni se vence en el debate, ni se convence. Afloran los frentes y las trincheras y de la discrepancia razonada, serena y sensata se pasa a la bilis ciega que busca no solo la humillación del oponente sino silenciarlo y someterlo incondicionalmente. Pues bien, el empleo de estas formas extremas son una de las características que más se les ha reprochado al movimiento autodenominado “escéptico”. Unas formas de hacer y decir tan radicales que han provocado ciertas deserciones en las propias filas del citado movimiento.

Ya vimos en uno de nuestros primeros post cómo Marcello Truzzi, inspirador del CSICOP, lo abandonó apenas unos meses después de haber participado en su fundación. Truzzi enseguida comprobó que aquella institución estaba siguiendo unos derroteros que lejos de hacer una pedagogía del buen pensamiento crítico y zetético, prefería el camino de la burla y el cierre de las páginas de Skeptical Inquirer a todo aquél que no compartiera los prejuicios negacionistas de la institución. En aquella publicación no podían aparecer anomalías pendientes de solución con sus correspondientes debates académicos en torno a ellas, sino tan solo fenómenos pseudocientíficos ya “solucionados” o explicados. Se adoptaba así un tono paternalista y de denuncia que no buscaba el contraste de ideas entre partidarios y detractores de un asunto, sino la mera exposición unidireccional de ideas y estudios. ¿Se puede hacer pensamiento crítico cuando sólo se ofrece al lector una visión de las cosas? Las formas como decía al principio son importantes, y nadie es menos firme en sus convicciones por dejar hablar y escuchar a quien no piensa como uno mismo.


Paul Kurtz y el Día Internacional de la Blasfemia

Dentro del grupo de fundadores del CSICOP, además de Truzzi estaba Paul Kurtz, afamado profesor de filosofía de la Universidad de Búffalo y uno de los más vehementes adalides del movimiento escéptico internacional. Fue fundador y presidente del Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP), del Consejo para el Humanismo Secular (CSH), del Center for Inquiry (CFI) y de la editorial Prometheus Books. También ha sido uno de los promotores del llamado Humanismo Secular, dentro del cual acuñó el término «eupraxofía» (La palabra proviene del griego buenas prácticas y sensatez) para referirse a una visión de las cosas, de la realidad y del hombre nada religiosa.

Para Kurtz, los métodos más óptimos de conocimiento son la lógica, la observación y la ciencia, mientras que la fe, el misticismo o la revelación suponen un componente sobrenatural de la realidad que resulta falso y nos hace caer en la denominada “tentación trascendental”.

Podemos decir que el Humanismo Secular sería la manera filosófica que Kurt postuló para darle un contenido ético, metodológico y funcional al ateísmo clásico. No se trataba de negar a Dios sin más, sino de ofrecer un nuevo escepticismo y una nueva doctrina de vida desde la ciencia. De hecho, en palabras de Kurtz, su propuesta filosófica encierra “un enfoque doble: una perspectiva cósmica y un conjunto de ideales normativos por los cuales podemos vivir”.

Como vemos, Kurtz era un reformador y renovador del escepticismo. Se mostró muy beligerante con todas las pseudociencias, las religiones y las iglesias. No puede dudarse  su pleno compromiso con la causa y, sin embargo, el 19 de mayo de 2010, Paul Kurtz abandonó el Center for Inquiry (CfI), el Comité para la Investigación Escéptica (CSI) y el Consejo para el Humanismo Secular (CSH) por diferencias abiertas con la nueva directiva de dicho conjunto de organizaciones.

¿Qué reprochaba a los nuevos rectores de estas instituciones? Su radicalismo a la hora de defender determinados planteamientos. En concreto, llamaba la atención sobre la celebración del día de la blasfemia (30 de septiembre) y sobre determinadas viñetas cómicas dirigidas al clero católico:

Aunque estoy de acuerdo en que es de vital importancia defender el derecho a blasfemar, me disgusta la decisión del año pasado del CfI de celebrar el Día de la Blasfemia. Del mismo modo, aunque me parece bien recurrir a viñetas, me preocupa que nos burlemos de nuestros conciudadanos en la plaza pública.


Paul Kurtz


El Día Internacional de la Blasfemia consiste en una jornada destinada a blasfemar públicamente. Literalmente cagarse en Dios. En palabras de Javier Armentia:

Decían que la blasfemia era el peor de los insultos, porque tocaba lo más sagrado. Pero sabemos que lo más sagrado son los derechos humanos y esos se los pasan por el culo constantemente quienes más anillos llevan y dicen estar en conexión con esos sujetos inmateriales, dioses y demás alturas -altezas- celestiales con las que, tras mística comunión, enlazan y así pueden interpretar sus designios, su Plan para todos los demás...

Cagarse en Dios, o en la Virgen o en Shiva y los cienmil inmateriales fantasmas, dioses mayores y menores que con diferentes nombres como Alá o Marduk, o tantos otros. Es difícil injuriar algo inexistente. Uno le puede llamar todas las veces que quiera hijodeputa a Peter Griffin, pero bien sabemos que ese padre de familia estadounidense es un ser imaginario. No sufre, ni se da por aludido. Así le pasa al Ratoncito Pérez, al Monstruoso Espagueti Volante, a Brahma y a sus putísimas madres igualmente imaginarias...

Puede que como ejercicio no sea nada tántrico, pero quizá como labor de ciudadanía sea conveniente hacerlo. Hoy especialmente, día mundial de la blasfemia, porque cagarse hoy en Alá significa gritar que aquí estamos por la libertad de expresión, y las demás libertades y derechos de todos los humanos...

En fin, el objetivo del Día de la Blasfemia es colocar todas las creencias religiosas al mismo nivel de libre discusión, crítica, investigación y opinión que cualquier otro tema de interés. Nada de impunidad que no se merece. Y es el día 30 de septiembre, y no otro, porque fue este día en el que se publicaron en aquel diario danés las caricaturas de Mahoma...

(Ah, aún están a tiempo: el Center for Inquiry ha organizado un concurso de blasfemias, otro de ensayos sobre la libertad de expresión y otro para humor gráfico, ya saben, una de las cosas que más les toca los cojones a los musulmanes o cristianos fundamentalistas)

La viñeta ganadora del concurso fue un dibujo de Alexander Matthews, en el que un obispo entra a una habitación donde hay diez monaguillos y el prelado dice: "¡Dios! Es como si todos con los que he dormido estuvieran aquí".




Como vemos, incluso para la radical sensibilidad de Kurtz, dichas organizaciones humanistas habrían traspasado una línea muy peligrosa que le incomodaba: transitar de la reflexión racional a la agitación emocional de la masa social. Y es que dicha agitación acostumbra a nutrirse de elementos irracionales que desmerecen el buen escepticismo.

Lo cierto es que una de las organizaciones, el CFI, respondió diciendo que no entendía por qué se escandalizaba y consideraba Kurtz irresponsable esa manera de hacer crítica, puesto que en la revista de la institución, durante el tiempo en que Paul Kurtz había sido director, él aprobó viñetas similares. E incluso ilustraba la réplica con alguna de ellas.


Un escéptico decepcionado español: José Luis Calvo Buey.

También se cuidan poco las formas en el movimiento escéptico español. Como hemos visto, Armentia se sumó incondicionalmente al Día de la Blasfemia y junto a él otros destacados miembros del círculo escéptico como Luis Alfonso Gámez.

Pues bien, precisamente en el blog de Gámez puede leerse entre sus primeros comentarios el siguiente escrito por José Luis Calvo:

Aplaudo la decisión del Sr. Kurtz. El escepticismo cae cada vez con más frecuencia en la astracanada, algo lógico cuando muchos escépticos hacen suya la frase mema de la carcajada y los silogismos. Hagan reír a cualquier precio y, al final, descubrirán que se han convertido en bufones.

¿Quién es José Luis Calvo? Pues uno de los historiadores de cabecera del movimiento escéptico español. Sus artículos incisivos proliferaron dentro del boletín de la ARP y de la revista El Escéptico. Un investigador creo que verdaderamente escéptico puesto que dirigía sus dardos críticos no solamente contra los autores típicos misterio, sino contra los trabajos realizados por los autodenominados escépticos españoles. Sirvan dos ejemplos de este posicionamiento ecuánime:
-          Los guardianes del Secreto, escrito por Lorenzo Fernández Bueno
-          La Sabana Santa ¡Vaya Timo!, escrito por Felix Ares de Blas.

Ambos son, a mi juicio, unos extraordinarios trabajos de crítica histórica en los que se revisan, documentan, evalúan y, en su caso, refutan las aseveraciones más gratuitas realizadas por dichos autores. Y lo hace José Luis Calvo deteniéndose página a página en cada uno de dichos libros. Hasta tal punto es así que su crítica de la muy mediocre y superflua obra de Félix Ares de Blas, creo que es el mejor trabajo crítico en español acerca del Santo Sudario de Turín. Mil veces mejor que la obra evaluada y, además, gratis. No se puede pedir más.



¿Qué opina José Luis Calvo Buey sobre el cariz que ha ido adoptando el escepticismo en España? Pues lo tenemos de primera mano en su blog personal que durante mucho tiempo mantuvo eliminado y que, recientemente, gracias a la insistencia de su buen amigo Luis Alfonso Gámez ha vuelto a mostrar todos sus contenidos. Si bien, asegura José Luis que no va a actualizar ni incrementarlo con nuevas aportaciones. En el blog nos dice lo siguiente:

He recuperado todos los artículos sin cambiar ni una letra, ni siquiera en los casos en que me equivoqué. He de advertirles que en el proceso se han perdido todas las ilustraciones y que los enlaces internos han dejado de funcionar. He eliminado la opción de comentarios porque, sencillamente, no deben esperar respuesta alguna a lo que Vds. quieran decir. Esta etapa de mi vida está pasada. En la actualidad me repugna hasta un punto que no sospechan todo lo relacionado con el escepticismo entendido como una corriente organizada (demasiados imbéciles para mi gusto) y no voy a perder ni un segundo más en estos temas, así que vuelvo a ocuparme de las cosas que realmente importan, una poesía, una novela, una mujer.

Una de las cuestiones que siempre me han sorprendido del escepticismo organizado (que paradójicamente, como en el viejo chiste de que iban a conceder el Nobel de Física a Franco por haber conseguido inmovilizar el Movimiento, si por algo se caracteriza es por su desorganización) es la facilidad de alguno de sus componentes para explicar el porqué cree la gente de forma simple. Sencillamente, para tan "elevados" pensadores, siempre detrás de la credulidad hay un consuelo para el creyente, una irracionalidad, una idiotez generalizada o un provecho económico. Todo ello muy sencillito y bien aderezado de insultos al contrario y, por tanto, más digno de un "Crónicas marcianas" (del televisivo, no de la novela homónima) que de un supuesto movimiento filosófico.
¿Cómo entiende José Luis Calvo la manera de afrontar escépticamente las cuestiones del “Misterio”? En los comentarios acerca de la dimisión de Paul Kurtz podemos acceder a un buen ramillete de interesantes y sensatos razonamientos.

Parsley dixit:
"Qué tienes en contra de los bufones? ¿O del humor?"
Nada cuando se trata de hacer reír. Todo cuando de lo que se trata (supuestamente) es de difundir el pensamiento crítico. Y sí, eso puede hacerse con humor pero éste no puede ser nunca un sustituto de la argumentación, sólo un complemento.

"La parodia suele ser la crítica más lúcida y la que es capaz de llegar a más gente. Será con sentido del humor como el escepticismo podrá calar hondo en la sociedad, no con mojigatería y soporíferos discursos moralizantes."
Pues nada. Fiche a Belén Esteban y que promocione el pensamiento crítico. Si lo que importa es llegar a la gente y no importa la incoherencia con el propio mensaje es lo mejor que puede hacer el escepticismo español ¿o no?

Lo que sí digo es que si los escépticos hacen suyas frases memas como aquélla de la carcajada y los silogismos, si aceptan que lo importante no son los argumentos sino el llegar a la gente sin importar cómo, acabarán convirtiendo el escepticismo en una charlotada. Y sí, también considero que los pasos para ello ya se están dando tanto en el escepticismo organizado internacional como en el español.

Que sí, que si el argumento viene acompañado de humor mejor que mejor pero que el humor no es el argumento ni, por supuesto, es más importante que éste. Si olvidamos algo tan elemental como eso la trivialización es imposible de evitar. Por cierto, cuando se habla de celebrar el día de la blasfemia ¿no hay intención de vejar, difamar u ofender? Pues entonces no hay blasfemia así que ya no entiendo nada. Vamos a celebrar el día de la blasfemia sin blasfemar ;-)

Para vender el mensaje con humor, primero tiene que existir un mensaje. Segundo, si el papel de envolver el regalo es más atractivo que el regalo, eso significa que el regalo es una pura mier...

Parafraseando las palabras del poema del Mío Cid, diría de José Luis Calvo Buey: “Qué buen vasallo sería, si tuviese buen señor”.


Resumiendo…

¿Hasta qué punto es buena pedagogía del pensamiento crítico gritar en la vía pública “me cago en Dios, Alá o Buda”? ¿De verdad es sensato pensar que si alguien grita “me cago en el comunismo” o “me cago en el liberalismo”, los comunistas se harán liberales y los liberales se harán comunistas?

Conviene tener presente que con tales soflamas se hiere a las personas, no a sus creencias. En la mayoría de las ocasiones las unas y las otras van unidas. A menudo, las personas son sus creencias y quien olvida esto ni es demasiado racional, ni aplica como se debe una adecuada pedagogía del buen escepticismo.

Por otro lado, si lo que se pretende con la blasfemia es molestar y herir a quienes viven profesionalmente y se lucran sosteniendo y divulgando tales creencias, de nuevo hay que tener presente que tras esos líderes mediáticos, clérigos, sacerdotes y monjes puede haber una masa social que les siga desde la emoción y la sinceridad. También dentro de esa élite habrá sinceros devotos y aprovechados como en cualquier orden de la vida, incluido el mundo académico. Dudo mucho que blasfemando se convenza a ninguno de nada. Al contrario, acabarán más enrocados en sus postulados religiosos y acríticos. Divulgar conocimiento y pensamiento crítico desde la ofensa no es ningún atajo. Más bien demuestra una falta de imaginación espeluznante, propia del fanatismo ideológico. 

Siempre creí que el objetivo esencial del escepticismo era enseñar a pensar, no profundizar en las mil y una maneras de proferir insultos.


miércoles, 26 de enero de 2011

Parapsicología, espectáculo y trucos.

Es evidente que la parapsicología y el espectáculo han ido de la mano en muchas ocasiones. Tal es así que cualquier investigador de anomalías que se precie, debe ser un buen conocedor de las técnicas de ilusionismo. Al menos, debería saber hasta dónde se puede llegar con ellas y en qué consisten sus procedimientos. Acostumbran a decir muchos investigadores que cualquier fenómeno paranormal, cualquiera, es reproducible al completo mediante ilusionismo. ¿Significa eso que todo lo anómalo es ilusionismo? No necesariamente, pero tampoco el dejar abierta esa posibilidad implica crear un coladero donde todo valga. Lo mejor es ir caso por caso, aunque también es lo más costoso y desesperante en este tipo de investigaciones.


Quiero traer aquí algunos ejemplos flagrantes de cómo el ilusionismo se ha colado en el mundo paranormal. Una vez explicados resultan fáciles de entender, pero ejecutados estos trucos en el contexto adecuado, con una ambientación sugerente, un público o testigos entregados, predispuestos o agradecidos, etc. etc. resulta muy complicado no dejarse seducir por la presunta veracidad del fenómeno anómalo que han puesto ante nuestros ojos.

El lenguaje y la cuidada retórica paranormal: Un primer factor importante a la hora de convencer al público es que el médium, dotado o sensitivo en cuestión rodee todas sus actividades mediúmnicas de una verborrea especial que induzca a la credibilidad. Así, recomiendan los mentalistas que en lugar de los términos “juego” o “efecto”, se empleen otros como “experimento psíquico”, “fenómenos psíquicos”, etc. que destilan mayor respetabilidad. Si se quiere ir más lejos, por supuesto podemos hablar de “canalización”, “contacto espiritual”, “comunicación con el otro plano”, etc.

Hay que huir también de vulgarismos tales como “adivinación”, “espiritismo”, ”magia”… y rodearse de una nomenclatura más formal y, aparentemente, “científica” como pueden ser “cognición espiritual”, “percepción extrasensorial”, etc.

De igual modo, al público hay que tratarlo no como “damas y caballeros”, sino mucho mejor “testigos”. Huir de términos como “fantasmas” y “muertos”, e intercambiarlos por “espíritus amigos”, “familiares fallecidos”, etc.

Son ejemplos básicos de cómo una buena selección del lenguaje, permitirá crear una atmósfera adecuada y participante en la que el presunto dotado desarrollará, luego, sus también supuestas capacidades trascendentales.

Además de este vocabulario, nunca está de más cubrirse las espaldas con algunos razonamientos que sean imposibles de refutar y actúen como escapatoria de emergencia. Así, Anne Germain, médium que asegura ver espíritus de fallecidos entre el público y canalizar sus mensajes a los vivos, plantea en su declaración de intenciones, antes de iniciar cualquier sesión, el siguiente argumento:

Las percepciones pueden revelarse con palabras o evidencias que se atribuyen generalmente a la persona que aparezca o en forma de pruebas directas, como la edad, nombre, descripciones de la forma como fallecieron, aniversarios o algo similar. Aunque algunos mensajes no contengan estas evidencias, pueden contener otras igualmente específicas.

Incluso, a veces las pruebas que se proporcionan no son inmediatamente identificadas. Puede suceder que el mensaje sólo tenga sentido después de hablar con los miembros de la familia, que añadan datos que usted desconocía o puede que la información la relacione más tarde.

Como vemos el argumento resulta impecable. Anne Germain, en verdad, delega en el sujeto –familiar o amigo del fallecido- la responsabilidad de identificar al muerto. Y si no lo hace inmediatamente, podrá hacerlo luego, mañana, pasado o al otro… Pero llegará el día en el que tropiece con alguien que se ajuste a los visto por la vidente. De este modo, las percepciones de Anne Germain, nunca pueden refutarse, sólo pueden confirmarse, si bien, el momento en el que esto ocurra puede variar. Lo llamativo del argumento es que no hay manera de cuestionar a la médium. Si no hemos dado con el fallecido que nos refiere Anne Germain, la culpa la tenemos nosotros que no hemos indagado en nuestras vidas lo suficiente. Nunca ella.








Lectura en caliente: Una técnica muy conocida y básica de ilusionismo para simular algunos fenómenos anómalos es la lectura en caliente. Consiste en que el sensitivo tenga en su mano información personal de los sujetos a los que va adivinarles algo. Esa información se puede capturar por diferentes vías. Una de las más típicas es que personas afines al médium se mezclen entre el público antes de iniciar la sesión y extraigan mediante conversaciones informales algunos datos de los sujetos. Todos sabemos que en las salas de espera de cualquier lugar, por ejemplo, la Seguridad Social, hay personas muy dispuestas a relatarnos toda su trayectoria sanitaria, relaciones familiares, laborales, etc. etc.

Una vez entregada esa información al vidente de turno, este no tiene más que comentar algunos de estos datos más significativos al sujeto durante la sesión, quien asombrando por la revelación, tenderá a bajar la guardia y, enseguida, se mostrará más colaborador con el vidente y sus predicciones.

Lectura en frío: Esta técnica de ilusionismo resulta mucho más sutil y al alcance de médium con mayor destreza y entrenamiento. La lectura en frío consiste en plantarse delante de un sujeto y mediante preguntas, observación de su comportamiento no verbal, apariencia, etc. aportarle información sobre su vida que él, por un lado, considere absolutamente veraz y, por el otro, que se vaya con la sensación de que de ningún modo se la ha proporcionado al vidente.

Para ello es necesaria una gran agilidad mental por parte del vidente. Uno de los médium más mediáticos en el ejercicio de esta técnica bien puede ser John Edward, quien disfruta de su propio programa de televisión en Estado Unidos. En este vídeo se le ve actuar y se explica cómo sondea, cambia de discurso, de preguntas y extrae información sobre el espectador a gran velocidad.





Códigos verbales y sonoros: En los casos de telepatía existen numerosos trucos para reproducirla. En algunas ocasiones, esos trucos llegaron al laboratorio de Parapsicología. Por ejemplo, dos hermanas jóvenes aseguraban poder transmitirse el pensamiento a distancia. Los investigadores las pusieron a prueba con el típico experimento de cartas Zener. Estas cartas, como es bien sabido, tienen cinco figuras –un cuadrado, unas ondas, un círculo, una estrella y una cruz- y tras barajar el mazo el investigador, le era entregada una a una cada carta a la chica emisora. La joven receptora permanecía al otro lado de la mesa, separada de su hermana por una mampara opaca. La comunicación entre ambas se realizaba por medio de un simple código consistente en que la hermana emisora golpeaba contra la mesa la carta Zener de turno. Cada golpe correspondía a una figura. Así, por ejemplo, el cuadrado se indicaba colocando la carta en la mesa sin hacer ruido; el círculo golpeando la carta por una de sus esquinas contra la mesa; las ondas igual que el anterior pero usando dos esquinas del naipe golpeándolas rápidamente; la cruz se trasmitía arrastrando la carta por la mesa y haciendo ese roce audible por su compañera… Los investigadores no dieron con el truco y las hermanas acertaron más de un 80% de las tiradas. No quisieron acertar el 100% para no levantar sospechas. Incluso se llegaron a publicar estos sorprendentes resultados en revistas especializadas. Toda esta artimaña fue ideada por un ilusionista para poner en entredicho y ayudar a refinar los protocolos de ese laboratorio de Parapsicología.


Para que el código resulte óptimo debe de ser indetectable y los participantes del mismo han de tenerlo absolutamente interiorizado a la perfección. Al mismo tiempo, se debe producir la comunicación a gran velocidad, de tal modo que la ejecución trascurra con tal rapidez  que el público presente sea incapaz de seguirla.

Un ejemplo de este planteamiento lo encontramos en este vídeo protagonizado por una pareja de sensitivos venezolanos. Sobran las palabras.



También se puede hacer fraude sin tanta sofisticación. Una manera más burda y movida por otros intereses como vemos en este fragmento de la película Cazafantasmas. ;)

lunes, 17 de enero de 2011

"Dimensión Límite" se infiltra en "Más Allá de la Vida"

Me voy a tomar la libertad de traer aquí la síntesis impecable que del último programa de "Dimensión Límite" han hecho nuestros amigos de Foros del Misterio: http://www.forosdelmisterio.net/  Espero no les moleste ;) Dicha emisión radiofónica de "Dimensión Límite" va muy en la línea de lo que venimos reivindicando en este blog: pensamiento crítico y verdadero escepticismo, fundado en investigaciones rigurosas, ante lo anómalo. A ver qué os parece a vosotros.


'Dimensión Límite' se infiltra en 'Más Allá de la Vida'

« en: 14 de Enero de 2011, 20:05:26 »

El programa Dimensión Límite, dirigido y presentado por David Cuevas en la emisora madrileña RK20, ofreció este viernes en directo un especial de 3 horas de duración en el que se puso en entredicho el polémico espacio de televisión 'Más allá de la vida', un formato producido por Plural Entertainment y presentado por Jordi González que se emite en Telecinco desde el pasado 20 de agosto de forma ocasional. En él, cuatro invitados famosos y varios participantes -en teoría anónimos- escuchan los mensajes que Germain recibe supuestamente de personas fallecidas del entorno de cada invitado.

Bajo el sello del nuevo formato 'Infiltrados', los oyentes del programa pudieron escuchar el resultado de una reveladora investigación que se llevó a cabo a través de diversas grabaciones efectuadas por Juan José Sánchez-Oro (historiador y miembro de Dimensión Límite) que consiguió asistir al plató camuflado entre el público. Un público, por cierto, profesional, remunerado y reclutado por una agencia, tal y como suele hacerse en muchos otros espacios. La emisión, que ya está disponible para su descarga, demostró cómo los responsables del programa recogen previamente información de cada uno de los miembros del público sobre sus inquietudes e intenciones a la hora de participar en 'Más allá de la vida', y cómo la medium inglesa justifica previamente y de forma ambigua cualquier tipo de irregularidad en sus revelaciones.

Las grabaciones realizadas durante el proceso de casting y en el propio plató estuvieron salpicadas por sorpredentes informaciones sobre Anne Germain y opiniones de divulgadores como Iker Jiménez o Jesús Callejo sobre el formato. Además, Manuel Carballal (investigador, criminólogo y experto en ilusionismo), Eva María Muñiz (psicologa clínica) y Moisés Garrido (investigador y escritor) aportaron su punto de vista sobre el modus operandi de este controvertido programa. La investigación de Dimensión Límite dejó en evidencia cómo algunas partes del montaje final ofrecido a los espectadores en la emisión del pasado 11 de enero fueron alteradas o directamente suprimidas por parte de los responsables de 'Más allá de la vida'.

La visita a España de Anne Germain (cuyos honorarios por programa oscilan entre los 12.000 y los 15.000 euros) vino precedida por el fenómeno televisivo que generó en Portugal el programa 'Depois da vida' (TVI), un formato que cosechó elevados índices de audiencias entre el público portugués. En nuestro país, el escritor Antonio Gala, Jorge Cadaval -integrante del dúo humorístico Los Morancos-, Carmen Martínez-Bordiú y Ramona Maneiro se sometieron voluntariamente en la primera entrega a la experiencia de contactar con sus familiares fallecidos. Después, Lucía Bosé, actriz italiana y matriarca de una conocida saga de artistas españoles, Amador Mohedano, hermano y representante de la fallecida cantante Rocío Jurado o Alicia Hornos, madre de Rocío Wanninkhof, han sido otros de los invitados que han visitado el plató de "Más allá de la vida". No es la primera vez que se intenta lanzar un formato similar. Antena 3 estudió en su momento el lanzamiento de un polígrafo para personas fallecidas que finalmente no llegó a ver la luz.

Podéis escuchar y descargar el programa accediendo a través de la siguiente dirección: http://www.forosdelmisterio.net/index.php?topic=10225.0

jueves, 2 de diciembre de 2010

James Randi y experimentos bajo doble ciego

James Randi nació en 1928 y lleva ejerciendo muchas décadas como ilusionista bajo el sobrenombre de “el asombroso” (Amazing Randi). Con apariencia de abuelete dicharachero y de barba blanca muy poblada, ha conseguido convertirse en una de las grandes figuras del escepticismo contemporáneo. De hecho, es uno de sus representantes más mediáticos, pero también de los más controvertidos. Así, Randi tiene una trayectoria muy estimable en la caza y captura del fraude paranormal por todo el mundo. Aunque también ha sido objeto de denuncias y pleitos judiciales por dañar el honor de determinadas personas como Uri Geller. Pero lo que nos interesa aquí es ilustrar algunos modos escépticos y pseudoescépticos de afrontar los presuntos fenómenos anómalos para extraer enseñanzas de ellos.

James Randi


En la entrada anterior vimos en qué consistía la técnica experimental del doble ciego. Pues bien, Randi sabe perfectamente en qué consiste y lo aplicó con excelentes resultados, por ejemplo, al investigar en Rusia a un presunto dotado. Uno de los psíquicos rusos más reputados. El psíquico decía que era capaz de alterar a distancia las ondas cerebrales del cerebro de una persona o bien su presión arterial. Podemos ver en el siguiente vídeo la forma de proceder y cómo el doble ciego obtuvo unos resultados muy elocuentes al respecto:



En resumen vemos que la prueba propuesta por Randi debía  tener una duración de una hora.
Cada 15 minutos se extraería por azar una ficha cuyo contenido podía ser una de estas tres opciones:
-          No hacer nada
-          Cambiar la presión arterial
-          Cambiar las ondas cerebrales.

El sujeto al que se le iban a producir los cambios fisiológicos estaba en otra sala, aislado y conectado a diferentes aparatos para monitorizar los cambios.

Luego, finalizada la prueba psíquica, los registros arteriales y encefalogramas eran pasados a otros investigadores distintos para que detectaran si había o no algún cambio arterial o cerebral significativo y de qué tipo cada 15 minutos. Pero no se les decía qué era lo que se le mandó hacer al psíquico en esos 15 minutos.

El balance del experimento fue negativo y resulta realmente interesante ver el modo de razonar de los investigadores.


Ahora bien, Randi también aplica el doble ciego en otro caso, pero creo que aquí introduce una serie de sesgos y defectos de forma que adulteran el experimento. Se trata de una investigación que realizó a un grupo de zahoríes australianos a los que ofreció un premio de 40000 dólares si lograban demostrarle que eran capaces localizar agua o metales a través de las clásicas varillas de metal o madera:










El experimento con la aprobación de los zahoríes reunía las siguientes condiciones:
a)   Localización de agua:
-          10 tuberías enterradas de forma paralela en un campo.
-           Sólo por una de ellas fluirá agua.
-          La tubería por la que pasará el agua cambiará en cada intento por azar y ni los investigadores ni los zahoríes sabrán qué tubería es hasta que el zahorí haya finalizado el intento y haya dicho por cuál cree que fluye el agua.

La expectativa de acierto de los zahoríes era del 100% de los intentos.
La probabilidad de acertar por azar era del 10%, es decir, si lo intentamos 10 veces al menos en una ocasión podríamos saber por pura suerte que el agua pasaba por una determinada tubería. Una de cada diez veces podríamos adivinar dónde está el agua.

b)   Localización de metales: oro, latón
  Se ponen diez cajas en el suelo.
-          Se introduce por azar en una de las cajas un pequeño lingote de oro.
-          El zahorí debe adivinar en qué caja está dicho lingote.
-          Se hace la misma prueba con latón



Los resultados se exponen en el minuto 3:10 del segundo vídeo a través de las declaraciones del juez-notario del proceso:

Primera declaración. El juez dice: “Leeré primero los resultados del metal. En la prueba del latón nunca acertaron. Así que es 0% y con el oro acertaron 4 de 35, es cerca de un 10%. Así que el promedio de la prueba del metal fue de 6.6%, algo menos del 10% por puro azar”.

Segunda declaración. El juez dice: “En los resultados del agua, de los 50 intentos acertaron 11, es decir, un 22%”

Tercera declaración. El juez dice: El juez dice: “el total, es decir, del latón, el oro y el agua son 111 intentos, de los cuales acertaron 15, es decir, muy cerca del 10%”

A continuación, finaliza el análisis Randi con una pequeña charla ante todos los zahoríes: Los resultados “son la misma  probabilidad que cualquier juego de azar.  Lo que hemos visto es que todo lo que pasó hoy, entre otras cosas que hemos visto en el mundo nos parece indicar que el poder de los zahoríes no existe más que en la imaginación y el pensamiento mágico”

PRUEBA
INTENTOS
RESULTADOS
Porcentaje
Latón
26
0 aciertos
0%
Oro
35
4 aciertos
Cerca del 10%
Agua
50
11 aciertos
22%

Promedio prueba del metal: suma de los resultados oro + latón=6.6%
Promedio sumando todo: oro + latón + agua.
-          115 intentos
-          15 aciertos
-          Se obtiene un 12% de aciertos. No es significativo porque supera muy poco el azar.

Hasta aquí los resultados de la prueba tal y como los expone el vídeo. Ahora conviene ver los defectos de forma de los que, a mi juicio, adolece este experimento.
Vaya por delante una serie de advertencias: En primer lugar, el 10% de aciertos estimados como referencia de azar es un valor que sólo sería verdadero si la muestra utilizada (número de intentos y número de zahoríes) fuera mucho más grande. Al disponer de una muestra tan pequeña (26, 35 y 50 intentos) cualquier resultado obtenido, aunque fuera un 70% de aciertos podría fácilmente deberse al azar y no ser indicador de nada extraordinario. Para normalizar los resultados y evitar fluctuaciones aleatorias muy elevadas tendría que repetirse la prueba muchas más veces. Es lo que se denomina distribución de la probabilidad y campana o curva de Gausss.
Pero ya que Randi es éste el sistema que usa para evaluar una capacidad, deberemos jugar con sus reglas. Así que cuáles son los sesgos y defectos de forma identificables:

-          Ausencia de un grupo de control. Randi sólo hace la prueba a zahoríes y no a personas sin presuntas facultades, por lo que no tiene una muestra de no-zahoríes con los que comparar resultados, algo que dentro de los experimentos de doble ciego resulta muy recomendable.
-          La supuesta capacidad del zahorí, en principio, cabe pensar que pueda ser algo individual. No entiendo por qué se mezclan los resultados de todos con todos. Supongamos que en el porcentaje de aciertos del agua, hay un zahorí que ha acertado todos los intentos y el resto no. Sus aciertos quedarían enmascarados por los fallos de los demás y su supuesta capacidad adivinatoria permanecería invisible a los ojos de la estadística.  ¿No merecería la pena indagar en ese caso por separado para descartar o no el azar?
-          Otra presunción gratuita que hace el experimento es mezclar los resultados del metal con los del agua. ¿Acaso se trata de la misma facultad hallar agua que hallar metal? ¿Por qué mezclar unos resultados significativos que duplican la probabilidad del azar como es el caso del agua, con aquellos que no ofrecen valores de importancia como es el caso del metal? No todos los zahoríes debieron hacer todas las pruebas puesto que el número de intentos del oro, latón y agua es diferente. De lo que se deduce que tampoco todos los sujetos creían tener las mismas facultades adivinatorias.
-          Al sumar todos los resultados entre sí, se estaría adulterando el test. Pero se conseguiría algo mucho más útil a los propósitos de Randi y es que los valores significativos (22% del agua) se tiran a la baja y se enmascaran o invisibilizan mezclándolos con los valores de los metales. De este modo, todo el experimento queda en los márgenes del azar.


En suma, el test propuesto por Randi más que experimento parece un simple “concurso” disfrazado con las galas de la estadística y la metodología científica. Una pura anécdota o pequeño entretenimiento del que no cabría extraer una conclusión tan desproporcionada como la que manifiesta Randi ante los zahoríes.
Finalmente, no se me pasa por alto que la expectativa de acierto de los zahoríes rondaba el 100% y que en el mejor de los casos los resultados satisfactorios apenas llegaron al 22%. Pero como dije antes, no estamos aquí para valorar si estos localizadores de agua tienen o no alguna capacidad extraordinaria o poseen alguna hipersensibilidad poco común, aunque normal, de algún tipo. El objetivo de esta entrada es ilustrar y extraer ejemplos contrastados acerca de cómo se deben abordar estas cuestiones correctamente, desde un punto de vista verdaderamente escéptico.